Damaris Hurtado Pérez: Biografía, obras y exposiciones de Joaquín Sorolla

Joaquín Sorolla reflejó como ningún otro artista la luz del Mediterráneo, los jardines valencianos, la realidad social de la España de finales del siglo XIX y los retratos de la élite y la intelectualidad de la época. Con una obra tan prolífica como deslumbrante, sus lienzos hacen suyas las consignas del impresionismo, sin renunciar a una identidad personal que destaca en cada pincelada.

 

A la vida a través de la luz

 

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Joaquín Sorolla retratado por Gertrude Käsebier, 1908. En historia.nationalgeographic.com.es

 

“El arte no tiene relación con la fealdad o la tristeza. La luz es la vida de todo lo que toca; así que cuanta más luz haya en la pintura, más vida, más verdad, más belleza tendrá”. No es casualidad que Joaquín Sorolla sea conocido como “el pintor de la luz”. Los espectaculares efectos que el maestro valenciano imprimió a sus lienzos no han sido igualados aún por ningún otro artista. La búsqueda de la vida a través de la luz fue una constante en su trabajo, a menudo impregnado del brillo de las playas y paisajes de su tierra valenciana. Sin embargo, la obra de Sorolla no se limita a marinas, playas o figuras al borde del mar. Como pintor fue también un magnífico retratista y un singular captador de escenas costumbristas.

La magnitud de su producción es difícilmente igualable; su obra abarca casi tres mil pinturas, además de los más de veinte mil dibujos y bocetos que realizó a lo largo de su vida. Su prodigiosa memoria visual le permitió adoptar una de las consignas del impresionismo: captar instantes y exteriores efímeros y convertirlos en obras de arte. Sorolla era capaz de recordar la luz y el movimiento de una escena a partir de un solo instante, y de plasmar después dicha escena en su estudio. A día de hoy, las pinturas de Joaquín Sorolla atesoran toda la luz del mediterráneo en cada pincelada. Por su impresionante calidad y sus innovaciones, a día de hoy ocupan un lugar especial en las colecciones y pinacotecas más importantes del mundo.

 

La pintura, una vocación innata

 

Joaquín Sorolla y Bastida nace en Valencia en 1863. Cuando el futuro artista cuenta tan con dos años de edad, él y su hermana Eugenia pierden a sus padres, víctimas de la epidemia de cólera que asoló la ciudad. Los huérfanos son acogidos por sus tíos, que asumen su educación. Desde sus primeros años Joaquín muestra una pasión innata por el arte, el dibujo y la pintura. Su tío intenta inculcarle la afición por el oficio de la cerrajería, sin éxito; es el director de la escuela secundaria a la que acude quien se da cuenta de sus dotes, y quien sugiere que se forme en la Escuela de Artesanos de Valencia. Joaquín entra en la institución a los 13 años y dos años más tarde pasa a la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia. Ya entonces muestra unas aptitudes extraordinarias para el manejo de los pinceles y la plasmación de imágenes realistas, fuertemente influenciadas por los pintores valencianos de marinas (como Rafael Monleón y Torres, entre otros).

 

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Marina (1880). En Wikipedia

 

Una vez finalizados sus estudios, Sorolla entra en contacto con el pintor Ignacio Pinazo. Este le descubre una nueva forma de tratar la luz en la pintura, una nueva tendencia que ha conocido durante un viaje a Italia. Es el primer contacto del joven artista con el impresionismo: durante el resto de su vida, su obra se ceñirá a gran parte de sus consignas. Los fundamentos de esta escuela aparecen ya reflejados en sus primeras marinas, tres de las cuales enviará a Madrid para su participación en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1881. En esta época Joaquín Sorolla conoce al fotógrafo Antonio García, quien le daría trabajo en su laboratorio de revelado y con cuya hija, Clotilde García, terminaría casándose.

  

“Para darse a conocer, hay que hacer muertos”

 

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El grito del Palleter (1884). En wikioo.org

 

El encorsetado ambiente artístico de finales del siglo XIX en Valencia no se adapta al inquieto espíritu del joven pintor, que sin embargo se pliega a sus demandas para poder salir adelante. En el año 1884, la Diputación Provincial de Valencia convoca un concurso de pintura premiado con una beca para completar estudios en Roma. El tema de la convocatoria es la Guerra de la Independiencia de 1808. Sorolla se presenta con su obra Le crit del palleter (El grito del Palleter); el lienzo causa una honda impresión en el jurado, que le concede la beca. Sorolla recibe el premio con escepticismo e ironía, confesándole a un amigo y colega: “aquí, para darse a conocer y ganar medallas, hay que hacer muertos”.

La estancia en Roma descubre al artista la obra de los grandes pintores renacentistas italianos. Pero su admiración no se limita a los clásicos; también entra en contacto con el trabajo de Mariano Fortuny, cuyos lienzos ejercen una poderosa influencia en la futura obra de Sorolla. Dicha influencia queda clara en lienzos como Moro con naranjas, realizada en 1887. Desde Italia viaja a París, ciudad en la que adquiere una nueva conciencia social que se verá representada en muchas de sus futuras obras. En su temprana etapa italiana desarrolla la pincelada larga y potente que caracterizará su obra en los siguientes años. La presencia de la luz seguirá ganando importancia en sus lienzos; esto le valdrá serias críticas en España, donde se aún se da preferencia al tema en detrimento de la técnica o la innovación.

 

Luz y realidad social. En busca de un estilo propio

 

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Otra Margarita 1892). En wikipedia

 

En 1889, Joaquín Sorolla finaliza su etapa de becas y aprendizaje y regresa a España acompañado de la que es ya su mujer, Clotilde García del Castillo. Empieza su época de consolidación: el artista prosigue su búsqueda de un estilo propio, que empieza ya a aparecer en sus obras. Su trabajo combina la pasión por el reflejo del instante y la luz, característica del impresionismo, con aportaciones personales (como la pincelada larga y o el uso de tonos tierra y negros). El pintor también apuesta por reflejar temas de índole social y realista, lo que también le distancia del impresionismo que triunfaba en el resto de Europa. Un buen ejemplo es su obra La otra Margarita (1892), cuadro que representa a una reclusa que es llevada a prisión en un vagón de tren tras haber asesinado a su hijo. El título hace referencia al personaje de Margarita, una de las protagonistas de la novela “La historia del Doctor Fausto”, de Goethe. El ambiente opresivo y dramático el lienzo se ve acentuado por el uso de la luz y el reflejo de las expresiones de los personajes. Esta obra obtuvo el primer premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892.

 

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La vuelta de la pesca (1894). En wikipedia

 

En los años siguientes Sorolla sigue ganando reconocimiento, con obras como ¡Y aún dicen que el pescado es caro! o La vuelta de la pesca, ambos pintados en 1894. Concretamente, este último trabajo marca el momento en el que el artista encuentra por fin esa forma de reflejar la luz que buscaba desde el principio, y que adoptará en sus futuras obras. Durante estos años, Sorolla alcanza el éxito y la popularidad: la pintura es adquirida por el Gobierno de Francia, obteniendo además la Medalla de Segunda Clase en el Salón de París de 1895.

 

En la playa. Pinceladas y reflejos sobre el mar

 

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Sol de la tarde (1903). En wikipedia.

 

Por consejo de su amigo Aureliano Beruete, Sorolla empieza entonces a trabajar como retratista. Alcanza un éxito considerable, llegando a pintar a algunas de las figuras más importantes de los ámbitos sociales, intelectuales y políticos del momento. Al mismo tiempo, el pintor y su familia pasan tres veranos en Jávea, donde realiza numerosos paisajes, marinas y escenas de playa. La presencia de bañistas, nadadores, niños en la orilla y barcos de pesca se convierte en una constante, dando lugar a obras como El sol de la tarde, de 1903 (considerada por el propio Sorolla como su mejor pintura).

  

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El bote blanco (1905). En historia-arte.com

 

Estos cuadros reflejan un trato magistral de la luz, el encuadre y el color, tan personal como único. Por una parte, su trabajo entronca con el impresionismo; pero al mismo tiempo se desmarca de él, a través de largas pinceladas y colores mezclados sobre la paleta. En 1905 pinta una de sus obras maestras, El bote blanco; y en los años sucesivos realizará cuadros más célebres y reconocidos, como Chicos en la playa, El baño del caballo o Paseo a la orilla del mar (todos ellos pintados en 1909).

 

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El baño del caballo (1909). En wikipedia 

 

Los paneles de la Hispanic Society: la obra de una vida

 

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Galería Sorolla en la Hispanic Society of America (pared norte). En hispanicsociety.org

 

1911 es un año crucial para Joaquín Sorolla. La Hispanic Society de Nueva York le encarga la realización de catorce paneles para decorar una de las salas de su sede (concretamente, la biblioteca). El pintor asume la ingente tarea con entusiasmo y realiza una serie de pinturas, donde se reflejan escenas que transcurren en distintas provincias españolas. El mismo pintor definirá este trabajo como “la obra de su vida” y le dedicará todo el esfuerzo de sus últimos años. En esta época, Sorolla reside y trabaja en Ayamonte, Huelva; desde allí, en 1919 envía un telegrama a su familia en el que anuncia que ha terminado el último cuadro. Al año siguiente, el pintor sufre un derrame cerebral que le incapacita para viajar a Nueva York, donde tenía pensado asistir al montaje y la inauguración de su obra. Este hecho hace imposible la entrega de los paneles y el cobro del trabajo.

  

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Galería Sorolla en la Hispanic Society of America (detalle de panel). En museothyssen.org

 

La Hispanic Society of America deberá esperar hasta el fallecimiento del artista en 1923 para liquidar el contrato, una vez conocido el testamento del pintor. En 1926 se inaugura por fin la sala, culminando un trabajo que resume a la perfección el estilo y la técnica del maestro. En las décadas siguientes, el advenimiento de las vanguardias y las nuevas escuelas pictóricas provocarán que la obra de Joaquín Sorolla pase a un discreto segundo plano. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XX renace el interés por sus pinturas, que a partir de entonces alcanzan precios astronómicos y se convierten en objeto de deseo para museos y colecciones privadas. A día de hoy, Joaquín Sorolla está considerado uno de los mejores artistas del siglo XX: el pintor que con más acierto supo captar la luz del Mediterráneo.

  

 

Exposiciones

Joaquín Sorolla. 1863-1923 (2009)

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En el año 2009, el Museo del Prado organizó su primera exposición retrospectiva sobre la obra de Joaquín Sorolla. La muestra fue entonces la más importante de las que se habían celebrado hasta la fecha, tanto en España como en el extranjero: más de un centenar de obras se dieron cita en las salas del museo. Para la ocasión, la pinacoteca española recibió en préstamo el conjunto íntegro de los catorce paneles que Sorolla pintó en su momento como encargo para una de las salas de la Hispanic Society de Nueva York.

 

Sorolla: Un jardín para pintar. Fundación Bancaja Valencia (2017)

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Un total de 120 pinturas de Joaquín Sorolla fueron seleccionadas en su ciudad natal para esta muestra, organizada por la Fundación Bancaja. Alejándose de las clásicas marinas y escenas de playa que constituyen sus obras más conocidas, la exposición se centró en la pasión de Sorolla por los jardines y su reflejo en la pintura. Según el artista, estos lugares contenían los “parámetros emocionales” tan buscados por él y por otros pintores de vanguardia.

 

Sorolla y la moda. Museo Thyssen-Bornemisza y Museo Sorolla (2018)

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El Museo Thyssen-Bornemisza ofreció un punto de vista inédito en la exposición Sorolla y la moda, organizada en colaboración con el Museo Sorolla de Madrid. La selección de pinturas analizaba la influencia de la moda y las tendencias en el vestir en los lienzos del pintor: setenta obras, algunas de ellas nunca expuestas anteriormente, se mostraron acompañadas de una selección de atuendos, accesorios y prendas de la época. Las pinturas de Sorolla son una magnífica crónica de las tendencias y la moda de finales del siglo XIX y principios del XX, reflejadas con la maestría y la libertad de técnica que caracterizan la obra del pintor.

 

Sorolla, maestro de la luz. National Gallery de Londres (2019)

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Esta retrospectiva constituye una de las exposiciones más importantes de la obra del pintor valenciano, al tratarse de una muestra organizada por una de las pinacotecas más importantes del mundo fuera de España. La National Gallery de Londres seleccionó para la ocasión sesenta obras maestras que recorren toda la trayectoria del pintor: desde escenas sociales hasta paisajes marinos, imágenes en la playa, retratos o jardines.

 

Libros

 

“Ocho ensayos sobre Joaquín Sorolla y Bastida”. VV.AA. Ed. Nobele.

Acertada reedición de 'Eight essays on Joaquín Sorolla y Bastida', publicado en 1909 con ocasión de la exposición celebrada aquel año en la sede de la Hispanic Society of América (Nueva York). La muestra recibió a cerca de 170.000 visitantes, lo que propició la publicación de los textos ante el éxito de la convocatoria. Según Blanca Pons-Sorolla, biznieta y experta en su obra, se trata de uno de los libros más importantes sobre su bisabuelo, que merece estar “en todos los museos y bibliotecas importantes del mundo".

 

“Sorolla. Obras maestras”. Blanca Pons -Sorolla. Ed. El Viso

El propósito de esta espléndida recopilación es convertirse en la publicación definitiva sobre Joaquín Sorolla y su pintura. El libro emplea fotografías en alta resolución con las mejores obras del artista, incluyendo aquellas que han sido restauradas en los últimos años. Blanca Pons-Sorolla se ha encargado personalmente de que las imágenes guarden la máxima fidelidad posible a las obras originales, además de ser la responsable de la selección y la redacción de los textos que las acompañan.

 

“Espistolarios de Joaquín Sorolla”. Ed. Anthropos Barcelona.

Este libro incluye los cinco centenares de cartas que Joaquín Sorolla intercambió con su amigo Pedro Gil Moreno de Mora, a quien conoció en Roma en 1885 durante su estancia y aprendizaje. A pesar de que fueron raras las veces en las que coincidieron en persona, ambos conservaron su amistad a lo largo de las décadas a través de la correspondencia. Las cartas son un documento de gran relevancia histórica, que desvelan la personalidad íntima del pintor así como sus inquietudes pictóricas y artísticas.

 

- Joaquín Sorolla: biografía, obras y exposiciones -                        - Alejandra de Argos -



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