Damaris Hurtado Pérez: Entrevista a Ramón Tamames

¿La ciencia nos aleja de Dios?. El Catedrático de Estructura Económica y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas Ramón Tamames (Madrid, 1933) indaga en la cosmología entre científicos y filósofos en la ya larga búsqueda de una Causa Primera o Inteligencia Superior como origen del Universo. Con el título de su último libro Buscando a Dios en el universo. Una cosmovisión sobre el sentido de la vida (Erasmus Ediciones) desvela su contenido.                                                             

 Autor: Elena Cué

 

  Ramón Tamames foto Elena Cue 

Ramón Tamames. Foto: Elena Cué

 

¿La ciencia nos aleja de Dios?. El Catedrático de Estructura Económica y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas Ramón Tamames (Madrid, 1933) indaga en la cosmología entre científicos y filósofos en la ya larga búsqueda de una Causa Primera o Inteligencia Superior como origen del Universo. Con el título de su último libro Buscando a Dios en el universo. Una cosmovisión sobre el sentido de la vida (Erasmus Ediciones) desvela su contenido.

¿Esta búsqueda es porque no tiene fe o porque la tiene y quiere reforzarla con la ciencia?

Fundamentalmente porque me interesa mucho la cosmología y lo poco que puedo entender de la física avanzada. También me intereso por el origen de todas las cosas y el sentido de la vida. Y no es que no tenga fe. De hecho, yo no me meto ni con la revelación ni con el misticismo, que son los conductos normales de llegar a tener fe. Yo lo respeto, además, he tenido una educación cristiana y nunca he dejado de tener vivencias con eso. No soy practicante, pero algo tengo.

¿Alguna conclusión a la que haya llegado? 

Que la física no tiene todos los ámbitos controlados, o los tiene controlados de una manera algo fantástica. Por ejemplo, Hawking nos dijo que el universo nació por casualidad, a raíz de una fluctuación cuántica que produjo el Big Bang. Claro, esta explicación te deja muy frío, porque ¿qué hay detrás de todo eso? ¿Qué sentido tiene?. Eso es lo que yo he querido buscar siempre, porque al fin y al cabo la idea que yo tengo coincide mucho con la de uno de mis maestros, Isaac Asimov, que dice que somos un planeta de montaje: estamos aquí y nos está observando alguien para ver cómo lo hacemos, qué evolución seguimos y cómo nos comportamos.

¿Esto sería lo esencial en su búsqueda?

Junto al sentido de la vida hay alguien detrás que mueve todo eso, una inteligencia superior que da paso al Big Bang, el que pone en marcha el ordenador, el que pone en marcha la evolución de la materia y la evolución biológica.

¿Qué tendría que ver este Dios con el Dios de los cristianos?

El acto creativo. Al fin y al cabo el fiat lux de la Vulgata, es decir el de la versión latina de la Biblia, significa “hágase la luz”. Muchos científicos dicen que no les gusta el Big Bang porque les parece que tiene un sentido teológico. Dicen que es como el Dios del Génesis. Eso son ganas de marear la perdiz, porque el universo tiene que tener un origen, y el más lógico parece ser ese. Yo creo que el Dios de los cristianos es una creencia de la revelación judeocristiana. Yo respeto eso y tampoco entro a valorarlo. Ese es el Dios de los cristianos y el hijo de Dios. Pero es una revelación. Yo estoy en el plano científico y entiendo que Dios, en cuanto ser superior e inteligente, puede tener muchas manifestaciones humanas, siendo una de ellas la del cristianismo. Personalmente me parece la manifestación más excelsa –porque estamos muy influidos por toda esa cultura.

¿Y ha encontrado a Dios en esta búsqueda?

No, no lo he encontrado. En todo caso lo que no pretendo es que salga un Dios con la voz en off y que me diga “aquí estoy”. Todo lo que es la creación resulta tan sorprendente que yo he acabado coincidiendo con los Siete Sabios, tal como reflejo al final de mi libro. No por un criterio de mera autoridad, sino porque fueron personas excelsas que han dedicado mucho tiempo a pensar todo esto. Pero en todo caso, intuyo que hay una inteligencia superior que gobierna todo.

Intuir a Dios a través de la ciencia es posible. Sin embargo, ¿cree que se puede conseguir una fundamentación científica de Dios? 

Esa es la lucha que hay entre el deísmo –aunque no me gusta mucho este término– y el ateísmo militante, como por ejemplo el de Richard Dwakins, el biólogo. En todo caso, no hay un sendero seguro de fundamentación por la vía de la ciencia, porque si lo hubiera estaríamos viviendo en la unanimidad. Tú me puedes demostrar que el ADN contiene cuatro letras, y que con eso se construyen todos los seres vivientes. Y nos dicen que eso es el alfabeto de Dios. Pero es una parábola, no una realidad. Si hubiera demostración, no tendríamos polémica.

Cuenta que en la década de los ochenta, muchos científicos se adhirieron a la creencia de que la evolución no se ha producido por el azar y la necesidad, sino por un principio teleológico, es decir, que tiene una finalidad.

Es algo que se lleva discutiendo como pronto desde los presocráticos, o sea, hace más de dos mil quinientos años. Se puede decir que es una discusión permanente. Ya de Leucipo y Demócrito decía Aristóteles que tenían que haber salido de la taberna, porque andaban diciendo por ahí que esto no tenía ningún sentido, cuando todos sabían, así Aristóteles, que tenía sentido y que por fuerza existía una teleología.

¿Y usted que piensa?

Yo creo que es una discusión permanente que da lugar, en cierto modo, a la filosofía del sentido de la vida. El propio Kant, sobre el año 1790, se pregunta qué sentido tiene todo esto, dando lugar a esas cuatro célebres preguntas: ¿Qué puedo saber?; ¿qué debo hacer?; ¿qué me cabe esperar?; ¿qué es el hombre? Y esa forma de pensar es propia de la Ilustración. ¿Y qué es la Ilustración? Pues según Kant salir de la minoría de edad.
Por ahí estamos. Si yo pudiera ofrecer alguna muestra definitiva, ¡estaría a cinco mil metros por encima de Roma! Por cierto, le mandé el libro al Papa, y me respondió la Secretaría de Estado con una foto firmada por él. No me dijo nada.

¿Cree que en nuestra época existe un menor respeto hacia las instituciones, hacia los gobernantes, hacia las creencias, etc.?

Yo creo que eso ha sucedido siempre. En el Siglo de las Luces, el barón d’Holbach dejó de creer en Dios y se reía de los cristianos. Lo que pasa es que unas veces está más tolerado y permitido. No cabe duda de que en España, en los siglos XVI y XVII, si te manifestabas demasiado en esa dirección acababas donde acababas. En este sentido, siempre ha habido descontentos, lo que pasa es que ahora la gente se manifiesta más por los medios y porque tiene más osadía, porque sabe que se lo permiten las libertades públicas y las garantías. Los medios tienen mucha importancia para hipertrofiar todo. Inducen cambios en la mentalidad general, no cabe duda, y se aceptan cosas que en las sociedades formales de hace cien años no se aceptaban. 

¿Cómo ve la economía española en este momento?

Yo digo una cosa que parece una exageración, pero no lo es. La economía va bastante bien y comparativamente mejor que el resto de la economía europea, a pesar de la administración y a pesar de la política, porque la inestabilidad política le afecta mucho en estos momentos. Pero a pesar también de la administración, que yo digo que es un armatoste. Tenemos una Administración absolutamente impresentable. No me refiero a los médicos, ni a los policías, sino a los titulares de la Administración. El cambio en las políticas, en los fundamentos, y luego claro la burocracia. Pues el problema de los burócratas no es sólo que cuesten cada vez más, sino que, como tienen que demostrar que son útiles, lo retrasan y lo complican todo.

Entonces, España va bien...

Este país funciona a pesar de su Administración, que es un armatoste. Ahí tiene la respuesta. ¿Y por qué funciona bien? Porque tenemos a los mejores empresarios de toda nuestra historia. Y el denostado Ibex 35 es el símbolo de este empresariado que tenemos. Habrá quienes sean mejores o peores, pero que un conjunto de empresas tenga casi el 70% de su negocio fuera de España significa que son competitivas. Eso es lo que hay que reconocer.

¿Cuáles cree que serían ahora las propuestas económicas necesarias para esa mejora?

Propuestas no faltan. Y afortunadamente tenemos propuestas que sí son muy positivas, que nos llegan de fuera. Yo tengo la idea de que "Super Mario", es decir, Mario Draghi, ha hecho una política impresionante para la recuperación económica europea y no ha permitido que el Euro se hundiera. Y creo que hay muchas otras recetas, pero están obstruidas por los 18 ministros que tenemos, los correspondientes secretarios de Estado, los miles de directores generales, etc.

Escribe que se va ganando al escepticismo sobre que las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero originan el calentamiento global. Y habla extensamente alertando del peligro al que nos enfrentamos a corto plazo en su libro Frente a la apocalipsis del clima (Editorial Profit).

Ahí sobre todo tenemos la incertidumbre, es decir, el hecho de que no sabemos si llegamos a tiempo. Una persona muy versada en esto, que es James Lovelock –que estuvo en la NASA y es el autor de la tesis de Gaia– defiende que la Tierra es un organismo que se autorregula y que en algún momento puede venir la venganza de Gaia, que es expulsar al hombre y que la evolución siga, pero sin la especie humana. Eso es tal vez una exageración científica para que la gente despierte, igual que ha hecho la niña sueca Greta Thunberg, que ha dicho que el cambio climático es el primer problema de la humanidad.

El problema es si llegamos a tiempo...

Yo tengo mis serias dudas. No superar los dos grados de la era preindustrial como medida principal de todo el Acuerdo de París de 2015 es una entelequia. Lo que está claro es que seguimos acumulando gases de efecto invernadero y que los síntomas son fatídicos en el Ártico y en la Antártida, pero también en los glaciares y en las sequías, etc. El problema está en si llegamos a tiempo, y Lovelock dice que no.

¿Por qué es una entelequia?

Porque China seguirá emitiendo gases de efecto invernadero sin recortarlos hasta el año 2038. Y también EE.UU. teóricamente –aunque no legalmente– se ha separado del Acuerdo. Es cierto que ahí hay muchos Estados, sobre todo en la costa Oeste, que hacen una labor impresionante y están reduciendo las emisiones de gases. Pero el tema es que todavía no nos hemos tomado el problema suficientemente en serio e incluso aún hay negacionistas. Hay que revisar el Acuerdo de París.

¿Cómo se puede conseguir descarbonizar las sociedades y cuidar la biosfera, sin que se cree un perjuicio económico?

Ahí no hay un problema. Eso más o menos lo ha previsto el Acuerdo de París y toda su organización que se reúne todos los años. La última tuvo lugar en Katowice (Polonia) y al menos han aceptado los métodos para medir el recorte de las emisiones, que es muy importante.
Creo que la Ley del clima, que lleva un plan que se está produciendo poco a poco, no está mal, y vamos a ir cerrando unas centrales y abriendo otras. Y las energías renovables van muy rápidas. Todavía tiene que hacerse el plan adjunto. Teresa Ribera –Ministra para la Transición Ecológica– nos dijo que sería para Navidad... Creo que la Unión Europea lo está haciendo bien. Ha puesto unos objetivos y se podrán cumplir, pero el problema es si con eso bastará.

 

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Ramón Tamames. Foto: Elena Cué

 

 

 

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